Una parte del marketing subversivo, la más importante, es lo que no puedes ver. Todos recordamos (porque a día de hoy siguen haciéndolo la gran mayoría de las empresas de detergentes y de limpieza), un lema de un detergente en un anuncio de televisión:

“Vuelve tu ropa más blanca y los colores de tu ropa más vivos”

Muy normal y legítimo, ¿no? Es decir, todos los que lavamos la ropa, queremos que nuestros blancos sean más blancos y nuestros colores más vivos cuando lavamos la ropa. Es normal, por todas las empresas de cualquier sector, preguntar QUÉ es lo que quieren los consumidores.

En este caso es de cajón, que cualquier consumidor quieren blancos más blancos y colores más vivos, que la ropa no salga limpia, sino muy limpia de la lavadora. Es lo que esperamos de cualquier detergente cuando lo compramos y usamos. Como todos hacían lo mismo, se decantaron por el CÓMO. Alguna empresa explicaba los componentes que ellos como gran laboratorio tenían, y que hacían que la ropa estuviera más limpia.




Pensar distinto es Marketing Subversivo. No hacer lo que otros hacen

Pero, ¿sinceramente los consumidores están interesados en si un detergente lleva un aditivo, una proteína o un componente? No. Lo que hizo otra marca fue contratar a unos antropólogos para que investigaran qué es lo que les importaba a los consumidores. ¿Sabéis qué era? Olerla. Lo primero que hacemos la inmensa mayoría de los consumidores cuando sacamos la ropa de la lavadora, es olerla.

Lo que importaba era sentir que la ropa estaba limpia. El sentimiento era lo que más les importaba. Hacer que la ropa oliera a limpio y fresco era mucho más importante que las sutiles diferencias entre qué detergentes dejaban la ropa perceptiblemente más limpia.

Una falsa suposición convenció a un sector entero para que fuera por un camino equivocado durante muchos años, pero como podéis imaginar, no es el único sector.

Por qué hacer caso al Marketing Subversivo ❤️

El poder del sistema límbico es asombroso. No solo controla nuestras decisiones viscerales, sino que pude influirnos para que hagamos cosas que se antojan ilógicas o irracionales. Dejar la seguridad del hogar para explorar lugares lejanos; atravesar océanos para ver lo que hay en la otra orilla; dejar un trabajo estable para fundar una empresa en el sótano de tu casa sin tener dinero en el banco… 

Muchos estudiamos estas decisiones y decimos: “Menuda estupidez, estás loca. Podrías perderlo todo. Podrías morir. ¿En qué estás pensando?” No es la lógica ni los hechos, sino las esperanzas y los sueños, nuestros corazones y nuestras tripas, los que nos impulsan a probar nuevas cosas.




Fuente: Simon Sinek – Empieza por el por qué